El poker sigue siendo la parte del león en las cuentas de Amaya, en lo que a ingresos se refiere, pero el peso específico de la vertical de las 52 cartas en los resultados globales de la compañía se ha reducido del 78% al 70% en el periodo de un año. En 2015, el poker aportaba el 82’7% de todos los ingresos.
Los ingresos de Amaya en el último trimestre de 2017 supusieron un nuevo récord, alcanzando un GGR de 1.150 millones de dólares. Pero el poker no contribuyó precisamente a mejorar las cifras, pues sufrió sus réditos sufrieron un recorte del 5,5%.
Rafi Ashkenazi, CEO de Amaya, declaró ante los accionistas que Pokerstars está gestionando bien las dinámicas negativas del sector, y culpa de la bajada al impacto negativo de los cambios de moneda, sin los que habrían logrado mantener inalterados los resultados de 2016.
«Amaya continúa observando un impacto positivo de su estrategia previamente anunciada de concentrarse en los jugadores recreacionales, a través de cambios en el programa de lealtad y en la estructura del rake, así como ciertos ajustes en el ecosistema, a pesar del declive del poker online. Nuestros cambios en el ecosistema y en la adquisiicón de jugadores nos permite revertir las tendencias del sector y empezamos a ver cierto crecimiento orgánico del negocio».
Es de suponer que se refería al número de usuarios únicos del poker, que aumenta un 5%.
Lo que también es cierto es que el crecimiento de los ingresos del casino y de las apuestas deportivas, que suben un 59%, hasta el 26% del total, se produce en parte por la transferencia de negocio desde el poker, lo que CalvinAyre define en su titular como la canibalización del poker por el casino.
A la cúpula directiva de Amaya no parece molestarle este trasvase interno de negocio. Ashkenazi, si lo que recoge CalvinAyre es cierto, tiene incluso planeado someter a la opinión de los accionistas un posible cambio de nombre, para reflejar más fielmente «la compañía que hoy somos y la que queremos ser en el futuro».
Del slogan «We are poker» no dijo nada, pero vamos, ni falta hace. En los próximos meses, esta situación se acentuará aún más, con la irremisible pérdida del mercado australiano y la difícil decisión a tomar en Colombia, sobre si retirarse del país o solicitar licencia. En cambio, el negocio del casino recibe el refuerzo de dos nuevas adquisiciones de productos de primer nivel.
Y esto sin apenas competencia. Virgencita, virgencita…