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Phil Ivey consigue una última revisión de su caso contra el Crockfords

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Phil Ivey no está dispuesto a renunciar aún al dinero que le ganó el Casino Crockfords de Londres en verano de 2012, la nada despreciable cantidad de 7.800.000 libras. El gambler estadounidense y una acpompañante lograron convencer al casio de que les permitieran jugar a Punto Banco con unas barajas concretas que tení­an un defecto de impresión, lo que Ivey aprovechó para saber identificar las cartas y así­ manipular las probabilidades de ganar la tirada. El casino se negó a pagar.

Este método está, sin duda, alejado de la ética, pero jurí­dicamente hablando no es deshonesto, ni es estrictamente una trampa. El casino aún tiene posibilidades de ganar, aunque Ivey las puso claramente a su favor. Aún así­, los tribunales han decidido que la interpretación de la Ley del Juego les obliga a proteger los intereses del casino

Esta distinción ha quedado reflejada tanto en la sentencia original como en la del jusgado de apelación -y, en cierta medida también en el otro caso similar, también millonario, que le enfrentó al Borgata-. Por eso, Ivey no quedó muy contento con el resultado y elevó una última súplica al Tribunal Supremo del Reino Unido.

Esta corte de justicia solo se ocupa de casos de interés público, así­ que antes que nada, la apelación debí­a ser aceptada a trámite. Al menos, el equipo de abogados de Ivey, vapuleado en las anteriores instancias, se ha podido apuntar esta pequeña victoria.

El pasado noviembre, la sentencia del Juzgado de Apelación no me pareció que tuviera ningún sentido.. El juez original del proceso sentenció que no me habí­a portado de manera deshonesta, y ninguno de los tres jueces de la apelación le quitaron la razón, y aún así­ su decisión fue fallar en mi contra por una mayorí­a de 2 a 1.

Estoy verdaderamente feliz por que el Tribunal Supremo me haya dado la posibilidad de pelear por lo que genuinamente creo que es lo justo en mis circunstancias y también para la industria del juego. Espero que el Supremo revoque la sentencia en mi contra.

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