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El asalto de Barcelona

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Primer nivel.- Todo jugador está protegido por la Constitución y tiene pleno derecho a jugar a lo que quiera en cualquier ámbito (en su casa, casino, partida en un club, Internet etc.). En este aspecto el jugador es intocable y toda fuerza que se cometa contra él puede ser delito cometido por la parte que fuerza (en este caso los mosos).

Diferente puede ser el caso del organizador de una partida si tiene algún tipo de ganancia con ella. Su situación no es ilegal sino que estarí­a en el terreno de lo alegal ya que no existe regulación para este tipo de situaciones. En todo caso podrí­a incurrir en una leve falta fiscal ya que no liquida al Estado ningún impuesto por sus ganancias (ya que el Estado no ha regulado esta actividad). En el caso de Barcelona la falta serí­a especialmente leve ya que las cantidades jugadas y por tanto los beneficios obtenidos por el organizador son mí­nimos. Pero nada de esto incumbe al jugador que no tiene por qué conocer el régimen fiscal del organizador y está practicando una acción completamente legal con su juego.

Segundo nivel.- Quienes podrí­an haber cometido una acción ilegal son los mosos. Primero porque el trato dado a los jugadores es completamente atentatorio contra sus derechos, los han maltratado y desde luego les tendrán que devolver los 100 euros que estaban jugando cada uno porque estaban en su pleno derecho.

Si además, como parece, la policí­a ha actuado fuera del plazo ordenado por el juez, su intervención es plenamente ilegal y mercerí­a la pena, si se da esta circunstancia, poner una demanda contra su intervención. Desde luego sugiero que de todo esto se ocupe nuestra flamante Asociación Española de Póquer Deportivo. Probablemente el juez que emitió la orden se desmarque de esta intervención ridí­cula y cargue todo el desdoro que ella ha supuesto en los mosos que intervinieron fuera de plazo.

Nivel anecdótico.- Hace mucho tiempo que en Madrid no sucede una cosa así­. Ningún juez se atreve a hacer este ridí­culo. Yo asistí­ a las dos últimas que hubo y la policí­a empleó muchos mejores modos que los de los mosos de Barcelona. Hechos como que los jugadores quisieron abrirles la puerta cuando intentaban forzarla y que los mosos les pidieron que no lo hicieran y levantaran las manos y tras un rato de forcejeo con el sólido portal cambiaran su decisión y sí­ aceptaran que los jugadores les abrieran, es de pelí­cula de Berlanga. En una de las dos intervenciones a las que asistí­, se abrió al dí­a siguiente con una nueva partida y ya nadie nos molestó más. Esas intervenciones son como vacunas que dejan al local protegido contra las próximas porque no se atreven a repetir el esperpento.

Los medios de comunicación se han limitado a repetir la nota de prensa que no han redactado ellos (va siempre sin firma) y que les ha enviado algún becario de periodismo que está haciendo sus prácticas en el departamento de prensa de la Policí­a. Animo a mis muchos amigos periodistas catalanes a tomar este asunto con seriedad y a emitir sus opiniones sobre el mismo porque, espero, difieran de la burda versión oficial que dice, por ejemplo, que 300 jugadores lo hací­an en ocho mesas ( a 37.5 jugadores por mesa no hay baraja que aguante).

¿Quién ha denunciado al juez la existencia de esta partida? En Madrid siempre era el casino. ¿Es así­ en Barcelona? Serí­a conveniente que dijeran algo. Si no lo hacen en los próximos dí­as habrá que pensar que el que calla otorga y serí­a bastante lógico que los jugadores preparemos un boicot contra sus próximos torneos (sólo contra ese casino y esperemos que prevenga las tentaciones de los otros). La ceguera de muchos directivos de casino parece que no les hace ver que tienen póquer ahora gracias al juego creado por Internet y por las partidas de club. Tiran piedras contra su propio tejado demostrando una vez más que la inteligencia no es la virtud que precisamente adorna las cabezas de los directivos de los casino españoles (con alguna honrosa excepción de Villajoyosa y poco más).

Ánimo a los amigos de Barcelona. Pelead con denuedo por vuestros derechos. Desde luego sentiros apoyados por toda la comunidad de póquer española (que antes no existí­a y ahora sí­) y contad con nosotros para todo lo que haga falta.

Gonzalo Garcí­a-Pelayo

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