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El mejor bancaje

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Si hace unas semanas escribí­ un artí­culo satirizando la popularización del poker… hoy quiero llegar un poquito más allá dejando la ironí­a a un lado.

Cierto es que a casi nadie le deja indiferente el tema del poker. Si bien en mi anterior artí­culo, a modo jocoso más que otra cosa, detallaba los aspectos negativos de esta popularización, mi conciencia no me permite no llenar el otro lado de la balanza.

Antes de pasar a formar parte del equipo de Poker 770, no me relacionaba con demasiada gente del mundillo. Así­ que mis conversaciones sobre poker eran muy, pero que muy limitadas. Limitadas en primer lugar porque no todo el mundo sabe de lo que le hablas cuando utilizas palabras del tipo: «Subo preflop desde utg+1 y el SB me hace un squeeze…». A la mayorí­a de mis amigos esto les sigue sonando a chino. Y en segundo lugar, porque no todo el que se te acerca para hablar de poker sabe muy bien de lo que habla.

Pero también hay sus excepciones. Mi excepción en este caso es un matrimonio joven que vive dos pisos más abajo y que también frecuenta el bar al que voy yo a tomar café. A él le gusta echarse sus partiditas con algunos amigos y, de vez en cuando, algún torneillo también por Internet. Ella siempre aguanta nuestras friki conversaciones, y pone todo su empeño por entendernos y participar. Curiosamente, no les conocí­ en una reunión de la comunidad, sino en el propio bar.

Como me consta que él tiene bastante cabeza para este juego y ya ha conseguido alguna que otra medallita en internet, yo le insistí­a en que probara a jugar un torneo en vivo… pero precisamente porque tiene cabeza, siempre me contesta que eso ya son palabras mayores y que no se ve capaz.

Antes de ser una jugadora patrocinada, andaba como todo el mundo, rascando el bolsillo para ver si podí­a jugar este o aquel torneo… y cuál fue mi sorpresa cuando una tarde, sin venir a cuento, mis vecinos me ofrecieron un bancaje.

La sensación de jugar bancada por amigos no es comparable a ninguna otra. Intentas jugar sin presión, pero en el fondo tienes un montón de sensaciones y de emociones que son difí­ciles de controlar. Supongo que Periquillo, con su experiencia en las Vegas, podrá añadir algo al respecto. Da igual la cantidad del primer premio, seguramente hay otros torneos con premios mayores… pero en ese momento os puedo garantizar que nada me habrí­a hecho más ilusión que aparecer con el primer premio para repartir ganancias con ellos. No pudo ser… y nos tuvimos que conformar con ver la mesa final de cerca, pero sin llegar a tocarla. Aún habiendo entrado en premios, apenas salieron comidos por servidos y ellos tan contentos, yo no tanto. Encima me tuvieron que consolar haciéndome ver que lo habí­a jugado bien pero que la suerte es caprichosa como ya sabemos.

Después de esta experiencia, él me ha insistido un montón de veces en que cuando vea un torneo asequible y con buenos premios, le avise, que por lo visto me ha buscado un club de fans entre sus amigos para bancarme algún que otro torneillo entre todos. Está convencido y así­ me lo dice, que algún dí­a pegaré un pelotazo bueno, y que él no quiere quedarse sin su parte. Ojala su sueño se haga realidad pronto 😉

Gente como esta no es fácil de encontrar, soy consciente de ello. Pero muchas veces andamos llorando por las esquinas porque no podemos jugar ese torneo que tanta ilusión nos hace, y no se nos ocurre buscar inversores a nuestro alrededor. Sin duda, creo que esta es una de las cosas buenas que nos ha traí­do la popularización del poker, que cada vez son menos los que se echan las manos a la cabeza cuando les pides dinero para un torneo a cambio de un tanto por ciento del premio.

No nos engañemos, el jugador de torneos en vivo que no está patrocinado o bancado, está jugando fuera de banca. Habrá sus excepciones, como en todo, pero por norma general y echando números, lo más corriente es que sea así­. Entonces, si queremos jugar correctamente, buscamos bancajes o no jugamos torneos.

Como jugadora patrocinada, tengo una serie de torneos pagados. Como jugadora de poker, siempre son menos de lo que a mí­ me gustarí­a ;)… Así­ que no veo nada de malo en sacar la hucha y ofrecer participaciones como los chavales con los viajes de fin de curso. Sé de uno que así­ se fue a Las Vegas a jugar las WSOP® ;). Si túcrees en tus posibilidades y tienes la suerte de conocer gente que también las valora, sin duda te digo que ese será el mejor bancaje que nadie nunca te podrá ofrecer. Y si encima consigues tu objetivo y cobras un buen premio, te puedo garantizar que nada tiene que ver repartir el premio con tu jefe a repartirlo con tus amigos.

Como en todo, claro está, también hay gente que se aprovecha de esta circunstancia. El ir con carita llorosa a determinadas personas con el objetivo de conseguir que se hagan cargo de la entrada de un torneo, es una práctica que parece haberse puesto de moda dentro del propio mundillo. Lo malo es cuando descubres que esa personita con carita llorosa, se va riendo de todo el mundo a sus espaldas… pero esa es otra historia.

Yo nunca he pedido nada a nadie, y aunque a dí­a de hoy no me he visto en la necesidad de pedir un bancaje, he de reconocer que debido a esos personajes de carita llorosa que os mencionaba anteriormente, me darí­a mucho apuro hacerlo, no vaya a ser, que se me juzgue por el mismo rasero. Si bien cuando me lo han ofrecido, me he parado a sopesar los pros y los contras y después he tomado mi decisión. He rechazado algún que otro bancaje simplemente porque no me inspiraba confianza la persona que me lo ofrecí­a y no querí­a complicaciones.

Es evidente que nuestro pequeño mundillo ya no es tan pequeño, se está ampliando y cada vez es más grande. Las posibilidades que esto nos trae son muchas, pero siempre debemos ser conscientes de dónde ponemos nuestro lí­mite. Mi lí­mite lo defino con la amistad. En el momento que un bancaje pueda poner en peligro, de la forma que sea, la amistad que tengo con la persona que me lo ofrece, hemos llegado al lí­mite y se acabó el bancaje.

Gracias al cielo, tengo muchos más amigos que personas interesadas en bancarme y me gusta que esto sea así­. Pero no puedo cerrar este artí­culo sin dar las gracias, y por partida doble, a mis grandes buscadores de bancajes y más grandes amigos, Eduardo y Merche. Gracias por confiar en mí­ cuando ni siquiera yo lo hací­a.

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