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El Factor Suerte

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El otro dí­a vi un anuncio del nuevo programa de La 2 «Alaska y Coronas» y recordé otro que habí­a visto hace unos meses que se llamaba «Torres y Reyes». Uno es una versión del otro y supongo que mantendrán el mismo estilo con peores presentadores, pero esa no es la cuestión. Era fresquito, con muchos defectos, pero fresquito al fin y al cabo, y eso siempre se agradece. El que yo vi estaba presentado por Mara Torres, la mí­tica presentadora de La 2 Noticias, y por el albaceteño Joaquí­n Reyes, el cómico de «La Hora Chanante», «Muchachada Nui» o «Museo Coconut».

Sólo por su estilo visual y su variedad ya vale la pena echarle un ojo, pero hay una sección del programa que me pareció especialmente atractiva: la Masterclass. En ella, un invitado de renombre da una pequeña lección sobre el tema que elija.

El invitado que me tocó ver a mí­ fue Álex Rovira y el tema que escogió fue «El factor suerte». Ni escogiéndolo yo mismo me habrí­a interesado tanto. Rovira es un empresario, escritor, economista, conferenciante y consultor que está considerado a nivel mundial como uno de los mayores expertos en psicologí­a del liderazgo. Su libro «La Buena Suerte» ha vendido más de 3 millones de copias en todo el mundo, se ha traducido a 42 idiomas y en Japón ganó el premio al Mejor Libro del Año. Sabe de lo que habla.

En el poker la suerte está a la orden del dí­a. Está claro que es un juego de habilidad, pero el azar también es un componente importante y es el clavo al que se agarran muchos jugadores cuando las cosas no salen como ellos quieren. Cuántos lloros habremos escuchado en relación a la famosa varianza.

«En la teorí­a de la probabilidad, la varianza de una variable aleatoria es una medida de dispersión definida como la esperanza del cuadrado de la desviación de dicha variable respecto a su media».

La varianza está ahí­ y quejarse no tiene ningún sentido. Se sabe cuál es el final más probable en una mano, pero la desviación con respecto a la media de esos finales es algo que todo buen jugador debe tener en cuenta. De hecho, los buenos jugadores no se suelen quejar cuando las cartas hacen diabluras. Simplemente sonrí­en, porque saben que han jugado bien y que un dí­a caen de un lado y al siguiente caen del otro, pero que a largo plazo, con una muestra amplia, las probabilidades son las que tienen que ser y ahí­ volverán a estar ellos para llevarse el bote.

Los llorones utilizan la suerte para justificar sus malos resultados porque en el fondo creen que acaban de perder una gran oportunidad, tal vez la mejor de su vida, en vez de aprender de lo sucedido y confiar en las oportunidades que se presentarán en un futuro.

La suerte es por un lado azar puro, pero también es una postura existencial ante la vida, tanto para saber buscarla como para saber digerirla. Cuando un jugador runnea bien, en cierto modo ha hecho méritos al asumir riesgos para verse en esa situación. Para ganar un torneo es imprescindible asumir riesgos. Por otro lado, para llegar lo más lejos posible y entrar en premios, a menudo hay que extremar la prudencia y ser más conservador.

Tanto de una manera como de otra, se está planteando una actitud hacia el juego y eso no puede considerarse simplemente azar. La suerte también es voluntad, confianza, perseverancia y hay que prepararse para ella.

«La suerte se produce cuando la preparación se encuentra con la oportunidad», Séneca.

«El azar reparte las cartas, pero nosotros las jugamos», Schopenhauer.

«Yo no creo en la suerte, yo creo en la asignación de valor a las cosas», John Nash.

Cualquiera puede tener un golpe de suerte, pero yo siempre he creí­do que la suerte favorece a los que están mejor preparados, a los que saben y a los que afrontan la vida con optimismo y no como ví­ctimas. «Al saber le llaman suerte«, pero se equivocan. El saber es saber y la suerte sólo es un complemento, un viento que puede soplar a favor o en contra, dependiendo de cómo haya colocado cada uno la vela.

Todos aquellos amantes de la conspiración que creen que el sofware está trucado o que los planetas se alinean siempre en su contra, sencillamente, no deberí­an jugar al poker. Si se le concede al azar más protagonismo del que en realidad tiene, entonces, la máxima que se ha de seguir deberí­a ser ésta: «En los juegos de azar, la suerte es no jugar».

Si crees que la suerte marca nuestros destinos, apártate del camino ¿Por qué empeñarnos en luchar contra un enemigo mucho más fuerte que nosotros? Si crees, en cambio, que somos dueños de nuestro destino, sin duda, tu suerte mejorará en las mesas.

Aquí­ os dejo con la Masterclass de Álex Rovira en «Torres y Reyes»:

Otro autor a tener en cuenta en lo que a suerte se refiere es el británico Richard Wiseman, un afamado profesor de psicologí­a que lleva décadas estudiando la conducta humana. Comenzó su vida profesional como ilusionista, pero pronto le fascinaron más los misterios de los seres humanos que los de la magia.

En 2003 escribió el libro «Nadie nace con suerte». Según él, sólo el 10% de lo que nos ocurre es aleatorio y el otro 90% depende directamente de nuestra forma de pensar. Tras un década estudiando tanto a las personas que se consideraban afortunadas como a las que se consideraban desafortunadas, Wiseman llegó a la conclusión de que hay 3 factores que determinan por qué las cosas buenas le ocurren siempre a los mismos.

  • Factor 1: Las personas afortunadas tienen la costumbre de hacer caso a su instinto, mientras que las que no son afortunadas no suelen hacer caso a sus corazonadas y después se arrepienten de no haberlo hecho.
  • Factor 2: Las personas afortunadas vuelven a intentarlo una y otra vez aunque fracasen. Suelen ser optimistas y pensar que van a ocurrir cosas buenas.
  • Factor 3: Las personas afortunadas tienen la capacidad de transformar la mala suerte en buena suerte. Si tienen que realizar un cambio en sus vidas, los afortunados suelen verlo como algo positivo y no en algo negativo. Esto es lo que los psicólogos denominan «mentalidad de inversión», que consiste en pensar que las cosas podrí­an haber salido peor de lo que salieron.

Uno no puede sentarse a una mesa de poker y vivir sólo del optimismo y de las corazonadas, pero esas cosas suelen sumar a favor. Tener una actitud positiva siempre es bueno y ayuda a que la mala suerte se convierta en buena suerte.

¿Túcomo lo ves? ¿Te consideras una persona afortunada, desafortunada o crees que todo esto no son más que paparruchas?

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