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La falacia de la importancia de la habilidad en el poker

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Esta misma semana hemos vuelto a asistir a una airada reacción por parte de un número significativo de jugadores profesionales ante unas declaraciones de Sheldon Adelson en las que el millonario magnate de los casinos Sands parece rechazar la idea de que el poker sea un juego de habilidad.

Ike Haxton le trató de idiota, Brian Rast le retó a un heads-up. Kristy Arnett le tildó de bobo… Hasta cierto punto, es complicado defender la idea de que un hombre que ha amasado la fortuna que posee Adelson sea tonto de capirote, y aún siéndolo, no son necesarias demasiadas luces para distinguir la pericia que requiere jugar una mano de poker del simple hecho de apostar un número a la ruleta.

Es más, el autor estadounidense Steve Ruddock tiene la teorí­a, que yo comparto, de que Adelson tiene una comprensión muy avanzada de esa diferencia, solo que a él le importa un bledo.

Echemos un nuevo vistazo al párrafo que levantó las iras de nuestros colegas estadounidenses.

Algunos dicen que el poker no es juego. El poker es juego. Dicen que es un juego de habilidad. No sé qué habilidad se le puede aplicar a alguien que baraja unas cartas y te da unas cuantas al azar. No tienes ningún control sobre ellas. ¿Hay quien farolea mejor o hace mejores apuestas que otros? Sí­, pero eso no lo convierte en un juego de habilidad.

Adelson reconoce que en el poker hay jugadores más hábiles que otros, que farolean mejor o que hacen mejores apuestas. No creo haya nadie que conozca las reglas del poker que sea capaz de negar semejante evidencia, y no creo que Adelson la niegue tampoco, pese a la coletilla final de que eso no convierte al poker en un juego de habilidad.

Que Adelson no sea idiota no quiere decir que no sea capaz de retorcer un argumento hasta contradecirse a sí­ mismo por su conveniencia. El problema con todas estas declaraciones de Adelson es el contexto, que tiene mucho que ver con sus intereses personales, su ideologí­a y la vertiente legal de esta discusión.

Los intereses personales

Muchos empresarios del juego fí­sico defienden que el juego online les resta beneficios. Obviamente, la inversión que requiere una sala online es muchí­simo menor que la que requiere construir un casino, pero además, siguen discutiendo los datos que sugieren que una vez el acceso al juego se universaliza a través de Internet, hay más gente que siente interés por acudir a un casino.

Asimilar el poker al resto de juegos de casino forma parte de la pelea por controlar más fuentes de ingresos. Pero además de eso, Adelson tiene un interés personal mucho más especí­fico en estos momentos.

El gran proyecto que quiere impulsar ahora mismo Sheldon Adelson en Las Vegas es un estadio que sirva de sede a un equipo de fútbol americano, ahora que los Oakland Raiders están en venta.

El problema es que la junta de propietarios de la NFL tiene voz y voto a la hora de aprobar la entrada de un nuevo inversor en un equipo, y en la liga está muy mal visto tener ví­nculos con el juego. Es una regla no escrita que hace casi imposible sacar adelante la idea de tener un equipo de fútbol en Las Vegas.

En esta entrevista, lo que Adelson pretendí­a era atacar esta peculiar idiosincrasia de los dueños de la NFL a través de los fantasy sports.

Este tipo de apuestas deportivas tiene el beneplácito de la NFL. Hay dos dueños de equipos que tienen grandes paquetes de acciones de empresas dedicadas a explotar estos juegos, y la práctica totalidad de las franquicias está interesada en formar parte del negocio, ya sea invirtiendo en el sector o cobrando por servicios, como por ejemplo acoger cabinas de apuestas en los estadios.

Los fantasy sports funcionan también a través de salas de apuestas online, y están librando batallas legales en varios estados que las quieren prohibir por ser juego ilegal. La defensa que presentan estos sitios web es precisamente el factor de habilidad que requiere hacer estas apuestas.

Adelson pretende atacar este argumento para legitimar la idea de que la NFL está siendo hipócrita con el juego, que los fantasy sports no se diferencian de los juegos que él ofrece en sus casinos y que su trabajo no puede ser obstáculo para comprar un equipo de la liga. Y lo hace comparando este juego de apuestas al poker, estableciendo el paralelismo de que aunque requieran cierta habilidad para mejorar tus posibilidades de éxito, al final en ambas disciplinas es la suerte la que determina al ganador.

La vertiente legal

Como acabamos de ver en el caso de los fantasy sports, el modo en que se redactan algunas leyes sobre el juego tiene mucha importancia a la hora de que una actividad concreta deba regirse bajo una u otra normativa.

El juego ilegal siempre ha sido una notable fuente de ingresos para las organizaciones criminales. Además, la industria del juego fí­sico requiere que la ley prohí­ba el juego fuera de los recintos con licencia para que sea posible su existencia.

Las leyes que se han emitido para lidiar con estos asuntos siempre se han encontrado con el problema de que el juego tiene un componente social. A la gente le gusta jugar con su grupo familiar y su cí­rculo de amistades, y hay juegos tan arraigados y con tanta aceptación pública como el ajedrez que sus competiciones no tienen sitio en un casino. Así­ que las leyes se ven obligadas a distinguir tanto el espí­ritu como la naturaleza del juego.

En el caso del espí­ritu del juego, la base de la distinción es el ánimo de enriquecimiento. Cuando no está bien delimitado, vemos casos tan bizarros como una redada en un centro de dí­a porque juegan al bingo con céntimos por premios como una botella de aceite.

En el caso de la naturaleza del juego, los legisladores suelen fijar el lí­mite en si un juego requiere habilidad o no. De ahí­ proviene esta fijación de los jugadores en distinguir al poker como un juego de habilidad y de los proponentes de su prohibición en negarlo, sobre todo en Estados Unidos. Hay quien se ha salvado de la cárcel gracias a ello.

La ideologí­a

Gran parte de la oposición a ofrecer a la gente libertad absoluta para jugar al poker online tiene una raí­z moral. Tanto la prohibición establecida en Estados Unidos como el mercado cerrado que se ofrece en España se basan en la protección al consumidor, con un componente claro de criminalización del juego.

Se identifica juego con vicio, y por ello se impone la supervisión estatal o de empresarios como Adelson, que se encarga de que en sus recintos no entren menores, ludópatas y, en general, el sector de población más indefenso ante la corrupción moral asociada al juego.

En este contexto, es importante negar que una actividad como el poker sea un juego de habilidad, porque cuando se lleva la batalla ideológica a la polí­tica, muchos defensores del poker online aceptarí­an con buenos ojos una solución de compromiso que serí­a mantener la prohibición del resto del juego si se permite la del poker basándose en esa distinción.

Además, por poco que nos guste, es lí­cito que alguien considere que la destreza a la hora de realizar una apuesta no tenga el mí­nimo impacto en el hecho de que realizar una apuesta sea inmoral o, como creo que ocurre en el caso de Sheldon Adelson, que esto sea distinción suficiente respecto a otros juegos de casino.

¿Es el poker el único juego que requiere habilidad?

Para entender lo débil que es el argumento de que el poker es un juego de habilidad en todo este marco de pensamiento solo basta fijarse en otros juegos de casino. El blackjack, por ejemplo.

El blackjack es claramente un juego de habilidad. Los casinos, para asegurarse beneficios en sus mesas de blackjack tienen que recurrir a técnicas como aumentar el número de barajas, por no hablar directamente sobre algo tan poco tangible como prohibir a la jugar a la gente contar cartas.

Este juego contiene diversas mecánicas fundamentales que favorecen claramente a los jugadores más hábiles, como la posibilidad de plantarse o de doblar carta, que permiten la creación de estrategias, tablas y demás herramientas de estudio del juego.

De hecho, el verdadero arte de regir un casino consiste en reducir la influencia de la habilidad en los juegos que la requieren sin que el cliente se dé cuenta de que ha cruzado la lí­nea en que ya no es posible ganar a la banca y vender la falsa sensación de que la habilidad puede influir en los juegos de azar puro como la ruleta.

Un show para la opinión pública

Por todos estos motivos seguimos escuchando y leyendo declaraciones negando lo innegable: que el poker es un juego de habilidad.

Nosotros, encerrados en nuestra burbuja, reaccionamos a este tipo de declaraciones como un ataque personal, como un menosprecio a las horas que le hemos dedicado a mejorar nuestro juego. Y a nuestro orgullo, que se cimenta en nuestra seguridad de que hay muchos jugadores a los que superamos en nivel de conocimientos del juego.

Pero Adelson, y todos los que niegan el factor de habilidad que requiere el poker en público, no hablan para nosotros. Hablan para la opinión pública, a la que le importan un pepino esas menudencias y solo quiere saber si eso a lo que juegan sus hijos en el ordenador es peligroso o no; para los jueces, que deben interpretar leyes pobremente redactadas; y para sus correligionarios, que exigen argumentos que satisfagan sus convicciones, por retorcidos y contrarios a la verdad que sean.

Por eso entiendo y, en cierta medida veo obligadas, las reacciones contundentes ante las declaraciones de gente como Sheldon Adelson. Hay que responder ante esta visión retorcida del poker porque es una mentira que puede germinar en mentes ignorantes de la verdadera naturaleza del poker, pero que tienen una influencia real sobre las normas que se nos van a imponer.

A nivel doméstico, la discusión sobra

En España, la batalla sobre el poker online ya está ganada, la industria ya es legal, pero la victoria ha sido pí­rrica y ni siquiera asegura nuestra supervivencia.

En un principio, cabí­a la duda sobre si el sector del poker se desangraba por culpa de la regulación o por falta de capacidad de atracción. Ahora ya sabemos que la culpa es de la regulación, pues el juego online en España crece como la espuma y el poker es el único que sigue utilizando negativos para expresar su porcentaje de crecimiento.

Intentar venderle a la DGOJ la necesidad de una normativa especí­fica para el poker en base a una percepción sobre el grado de habilidad que requiere jugar es como predicar a las piedras. Nuestros gobernantes responden ante un conjunto de potenciales votantes que en su mayorí­a tienen una perspectiva negativa del juego, y no ven la necesidad de preocuparse por las vicisitudes individuales de la que es cada vez una parte más pequeña del sector.

Nuestro campo de batalla debí­a ser el del tráfico. La verdadera seña de identidad del poker respecto a otros juegos de casino es que no jugamos contra la banca y necesitamos gente contra la que jugar. Esto nos pone a la par de otros juegos como, por ejemplo, el bingo, y, llegado el caso, contra eso sí­ que podemos y debemos jugar la carta de la habilidad, pero la clave de la supervivencia es la afluencia de jugadores.

La DGOJ ha dado muestras de comprender esta distinción, y desde sus oficinas han salido a los medios declaraciones a favor de la liquidez internacional. Se echan en falta demostraciones palpables de que no son palabras de cara a la galerí­a, como las reformas legales en Francia, así­ que lo mejor es seguir insistiendo, sí­, pero con los argumentos correctos.

Para mí­ es mucho más importante el aspecto social, el hecho esencial de que el poker se juega entre y contra personas.

Es un argumento básico que es aplicable a todas y cada una de las discusiones candentes en el sector. En los paí­ses en que está prohibido jugar online refuerza la necesidad de una herramienta global como es Internet frente a las limitaciones de un casino convencional. En los paí­ses regulados permite identificar los obstáculos que impiden el correcto desarrollo del sector. En el trato de las salas a sus clientes ayuda a recordar que el tráfico es el que convierte los depósitos en rake, en sus ingresos, además de una necesidad que tienen en la misma medida los nuevos jugadores y los profesionales. Un jugador recién llegado a la sala necesita la misma diversidad de mesas y de niveles que un jugador más dedicado. El poker en vivo crece y el poker online cae porque el factor social se cuida más y está más presente en uno que en otro.

Insistir en la necesidad de un conocimiento arcano para jugar o en la existencia de jugadores con niveles de juego imbatibles puede llegar a ser negativo para nuestros intereses. A la hora de encarar una decisión legal o un cambio en una regulación, puede parecer que se exige una defensa de un grupo depredador contra el que el resto de usuarios solo puede ejercer el papel de cajero automático. Para un recién llegado, que ha encontrado atractivas las reglas del juego y ha disfrutado del desarrollo de sus primeras manos, puede ser enormemente desalentador la distinción que se pretende hacer entre los jugadores recreacionales y el resto, y la dedicación y el trabajo que requiere desprenderse de la primera etiqueta.

En definitiva, cualquiera con dos dedos de frente reconoce que jugar bien al poker requiere conocimientos y práctica. Es lí­cito y recomendable defender esta premisa ante quien pretende negarlo por la razón que sea. ¿Pero, es la seña de identidad del poker? Yo creo que no.

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