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Los grupos de trades de high stakes, un vergel para los estafadores

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El dinero es el aceite que engrasa el motor de las high stakes. El jugador de poker invierte para ganar a largo plazo, y para maximizar esas ganancias, busca las oportunidades, las ofertas, el tráfico y las situaciones oportunas.

En el 100% de los casos, eso obliga a los jugadores a trabajar en varias salas. Las nuevas jurisdiccionesy la irrupción de las salas que trabajan con criptomonedas han añadido una capa más de dificultad a los movimientos de capital, con el aumento de las diferentes divisas en las que hay que operar.

En el mundo de las high stakes, estos desplazamientos de la banca pueden llegar a suponer un verdadero quebradero de cabeza, por no hablar del coste en tarifas ingresos, retiradas y cambio de divisas. La solución que muchos han encontrado a este mal necesario es el intercambio de fondos a través de los cajeros de las salas.

Los profesionales que necesitan mover fondos de una sala a otra en diferentes divisas se juntan en grupos de «trade», y arreglan cuentas con el habitual «yo te ingreso a ti en esta sala, y túa mí­ me lo devuelves en la otra». Se ahorran una barbaridad de burocracia y algún dinerito, pero también abren la puerta a un mañ que acecha siempre en la sombra, los estafadores.

Ha habido grandes estafas en el poker online, como las cuentas de superusuario; prodigios con malas artes como «Girah» Macedo, delincuentes que se colaban en las habitaciones de hotel para meter troyanos en los portátiles de los jugadores, bancajes truchos… pero nunca algo tan fácil como quedar con un tipo en Skype para que te mande dinero a la cuenta.

Las estafa directa se puede contrarrestar. Una denuncia a la sala suele conllevar el cierre de la cuenta y la paralización de los fondos Además cuesta tiempo ganarse la confianza de alguien para que proceda al enví­o de fondos. Para esto último, el método más empleado es suplantar la personalidad de un miembro conocido de la comunidad y pescar entre sus contactos. Con este método, ya han picado más de uno y más de dos.

En el foro de 2+2, un usuario ha expuesto una versión mucho más elaborada y diabólica de esta estafa. Un jugador llamado Gravzydas «Gravzis1» perdió 20.000$ por culpa de uno de estos agentes del mal, uno especialmente listo.

El estafador en cuestión se infiltró en un grupo de trade y lo que hizo fue identificar dos ofertas complementarias y actuar de intermediario, suplantando dos identidades en vez de una. Alguien querí­a cambiar dólares por Bitcoins, otro Bitcoins por dólares. El chorizo se puso en medio. Se hizo pasar por un trader lladamo James Romero, y convenció a «Gravzis1» primero para ingresar el dinero en una cuenta de una sala. Pero ese no era el truco final. La cuenta era real, la de Romero; el robo se produjo cuando Romero pidió las indicaciones para cumplir su parte del trato. El estafador se hizo pasar por «Gravzis1» y le dio el identificador de una cartera de Bitcoin que no era la de «Gravzis1».

Cuando se dio cuenta de que no le iba a llegar su criptomoneda, «Gravzis1» solicitó a la sala la congelación de los fondos de quien él creí­a que le habí­a estafado, pero lo único que consiguió es que se investigara a su contrapartida, al otro lado del espejo.

Gravzydas sabí­a de los riesgos que conlleva negociar en estos grupos y estaba dispuesto a aceptar la pérdida, pues el «modus operandi» de la estafa impedí­a tomar represalias -enseguida solicitó a la sala que le devolvieran a Romero el control de sus fondos-, pero le quedaba el resquemor de si la otra parte tení­a agún porcentaje de culpa, algo que Romero, en principio y con malas maneras, negaba por completo.

El debate sobre la responsabilidad en este caso es interesante y complejo. Por un lado, en el grupo de traders y entre los habituales de estas operaciones, habí­a unanimidad sobre la responsabilidad al 100% de Gravzydas. Quien enví­a primero y se queda sin su dinero, debe aceptar su responsabilidad.

En la comunidad de poker, sin embargo, parecí­a evidente que, si bien el jugador se dejó engañar y envió un dinero solicitado por un impostor, lo cierto es que los fondos acabaron en las manos correctas. Además, el mismo error que cometió él lo habí­a cometido Romero al fiarse de quien no era quien decí­a para cumplir su parte del trato.

El cruce de argumentos terminó con una decisión salomónica. Romero aceptó la corresponsabilidad y reembolsó 10.000$ al usuario de 2+2, cargando así­ con la mitad de las pérdidas. El que no devolvió un duro fue el listo que lió la madeja.

La única defensa contra este tipo de engaños es ser muy puntilloso al identificar a la persona que hay al otro lado del monitor. No hay otro remedio, y no requiere de muchas complicaciones, simplemente comprobar con atención el perfil dl medio de contacto que se emplee y, quizá, solicitar que la conversación se acompañe de ví­. El que quiera intercambiar fondos, que enseñe la patita por debajo de la puerta.

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