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Instinto por el juego

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(…) Se ha desdeñado de manera escalofriante las consecuencias de no poder ejercer el instinto primario de competición, que se remonta a los tiempos primordiales de la especie. Entre estas consecuencias figura, por supuesto, la derivación casi exclusiva del espí­ritu de competitividad hacia otros teatros ajenos, como los deportes colectivos.

«El viaje a la felicidad» de Eduardo Punset

El mismo instinto que nos ha permitido sobrevivir en la naturaleza a través de la evolución es el que nos impulsa a «jugar» donde nos podamos poner a prueba comparándonos con los demás. Esos «juegos» pueden ser obvios como cualquier competición deportiva o no tan obvios como el ansia de «trepar» en el trabajo. Se busca ganar a cualquier precio y ser el mejor por el mero hecho de serlo, sin que ello lleve consigo otra recompensa necesariamente.

-«Carreño que te dispersassssss… Estamos hablando de poker, de p-o-k-e-r. Voy a deletreártelo en castellano a ver si lo entiendes P-Ó-Q-U-E-R»

Ok. Hablemos de p-ó-q-u-e-r. El mismo instinto que nos ha mantenido vivo es el que nos suministrará peces para nuestras peceras. Ese instinto es tan fuerte como el de procreación o el de alimentarnos, por eso no conviene subestimarlo. Que el poker es y será un juego en expansión no admite duda alguna. Es una apuesta segura. Cada vez habrá más y más gente jugando al Hold’em y llenando las peceras, por lo que «invertir» en estudiar el hold’em es como si invirtiéramos en una carrera con excelentes expectativas de demanda de profesionales. No nos va a faltar el trabajo NUNCA.

Otro aspecto colateral del tema es: ¿Cuándo es bastante? ¿En qué nivel me debo asentar? ¿Debo subir de nivel por el mero hecho de subir? En definitiva ¿Debo ser el mejor? La respuesta a estas preguntas como a tantas otras depende de cada persona. No hay respuestas absolutas en este bendito mundo por mucho que quieran hacernoslo pensar. Se puede llegar a entender como están las cosas y cuales son los caminos, PERO depende de cada uno decidir y recorrer el suyo propio.

Os voy a dejar con un dialogo de, como no, «Rounders».

• Te has jodido túsólo. Te lo jugaste todo por el sueño de Las Vegas.
• Por lo menos me arriesgue. Túves todas las jugadas pero no tienes huevos de jugártela.
• ¿Huevos? Yo no juego por la emoción de la puta victoria. El alquiler, la educación de los niños. Juego por dinero. Mis chicos comen. No me obsesiona las buenas partidas, ni el estúpido sueño de ganar un campeonato del mundo y que me vean por la tele.

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