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Joe Reddick, el ex-camello que decidió hacerse pro desde la cárcel

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En nuestros diversos peregrinajes por esos casinos esparcidos por la geografí­a española hemos escuchado historias de todo pelaje sobre cuándo y cómo descubrio el poker nuestro interlocutor.

Desde el que decidió hacerse jugador de poker porque ganó el primer freeroll que jugó en su vida hasta el que entró en su primer torneo por acompañar a su pareja y acabó teniendo una relación más duradera con las cartas que con su mentor.

Revelaciones casi mí­sticas, el lógico paso de un juego de información completa como es el ajedrez a uno de información incompleta como es el poker o el atractivo matemático de un paraí­so de odds y ajuste de rangos. Las excusas para hacer el poker una parte integral de su existencia son casi tan numerosas como jugadores reúnen los torneos.

La historia que nunca habí­amos oí­do es la que explica en el New York Post, Joe Reddick, ganador del 1 Million Deep Stack, uno de los paralelos más importantes del WPT Borgata Winter Poker. Joe decidió hacerse jugador de poker cuando vio un capí­tulo de las WSOP en la televisión mientras estaba en prisión. «Hey, fuera juegan a lo mismo a lo que juego yo aquí­».

Joe Reddick recibió una condena de 15 años por tráfico de drogas. Vendí­a crack en su apartamento del Bronx. Mientras estaba en prisión provisional en la cárcel del condado de Guilford, esperando por su sentencia, vio a otros presos jugando Stud con chocolatinas.

«Le pregunté al tipo que montaba la partida si podí­a jugar. Le dije que no sabí­a las reglas. Y él me dijo, te enseñaremos sobre la marcha. Perdí­ chocolatinas por valor de 7.000$, así­ es como aprendí­. El poker se convirtió en una obsesión. Jugaba a todas horas, siete dí­as a la semana.»

Durante su cautiverio estuvo interno en 11 prisiones diferentes. Cuando por fin le asignaron a una institución federal, fue como subir de nivel. Joe era ahora el que montaba las partidas.

«Apostábamos con todo lo que tuviera valor, desde latas de atún a sudaderas y zapatillas deportivas. La gente perdí­a mucho más que en la cárcel del condado. Miles y miles de dólares.»

Allí­ refinó sus habilidades contra rivales como el jefe de un cártel colombiano al que conocí­an como Pepe. Pero, al parecer, las partidas del poker eran muy civilizadas, y los jugadores formaban un grupo muy diferente al de los tí­picos matones del patio. Lo que no sabemos si aprendió allí­ fue a pinchar el tercer monarca cuando te juegas el torneo con reyes contra los ases del otro deepstack de la mesa a falta de cinco jugadores, como le pasó en el Borgata. Seguro que pasó menos nervios que cuando eso ocurrí­a contra sus compañeros de pabellón en la cárcel.

Cuando recuperó la libertad en 2008, Reddick cogió un bus hasta Atlantic City y entró en el Taj Mahal con 500$. Salió con 2.500$. Parece que en estos siete años el poker le ha seguido tratando igual de bien.

Hasta la semana pasada, la mayor alegrí­a que le habí­an dado los torneos habí­a sido un tercer puesto en un torneo del WSOP Circuit. Hace dos semanas, superó a 3.268 jugadores y consiguió un premio de 217.792$. Ahora sueña con ser el primer jugador de origen afroamericano en ganar el Main Event de las World Series of Poker.

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