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Salvemos las high stakes

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Las high stakes están en peligro de desaparición. O si prefieres no ser tan dramático, al menos aceptarás que los datos son ilustrativos y como poco están sumidas en la indolencia, con muy pocas esperanzas de recobrar su antiguo brillo y esplendor.

En los últimos años, los jugadores que mantení­an el interés en jugar en los niveles más estratosféricos del poker han tenido que afrontar diversas adaptaciones, a cada cual más traumática. Primero se encontraron con obstáculos paralelos al endurecimiento de las mesas, técnicas como el bumhunting o el uso de los scripts de sentado; batallaron contra el progresivo aumento de calidad de sus rivales aprendiendo nuevos formatos; y ahora muchos se encuentran inermes ante problemas de más difí­cil solución y que desgranaremos en este artí­culo.

A dí­a de hoy, es muy complicado encontrar mesas abiertas en lo que se dio en llamar los «nosebleeds», en referencia al sangrado por la nariz que puede provocar la bajada de la presión atmosférica que se experimenta en grandes altitudes. Full Tilt, la primera base permanente de estas partidas, es un solar. PokerStars, su pretendida sucesora, pierde tráfico de este tipo de jugadores a paladas. Y más allá de lo que signifique para el ecosistema, creo que esto es un problema.

El papel que han jugado las mesas más caras de la Red en el desarrollo posterior al boom del poker de la pasada década no se debe minimizar. Las high stakes han funcionado como motor del poker online en dos aspectos cruciales: como punto de referencia y objetivo a conseguir para los grinders de los niveles medios o incluso bajos y como fuente de diversión y banderí­n de enganche de miles de aficionados.

Sin jugadores de high stakes a los que admirar, sin partidas que railear, sin retos a los que aspirar, la resolución de los esforzados jugadores de midstakes se resiente. El interés que despierta el poker en parte de su base de clientes también, por no hablar del efecto cascada que arrastra a jugadores de enorme calidad a niveles cada vez más bajos, cuando justo debí­a ser al contrario.

Las causas de esta crisis se pueden enumerar siguiendo una lí­nea temporal, siempre teniendo en cuenta de que la aparición o el grado de incidencia de las mismas pueden tener raí­ces en un pasado más lejano. Pero vamos a intentarlo.

El Black Friday

El momento de mayor popularidad de las high stakes lo marca la irrupción de «Isildur1» en Full Tilt Poker, allá por 2009. Los resultados de las sesiones se contabilizaban por millones de dólares y habí­a docenas de grandes caracteres y personalidades poblando las mesas: Patrik Antonius, «durrrr», Dan Cates, Gus Hansen, Phil Ivey, «Ziigmund», los hemanos Dang, Guy Lalibertí¨ y un largo etcétera del que serí­a imposible acordarse sin obviar a alguien vital par que la maquinaria funcionase a todo gas.

El punto de encuentro era la llamada sala de los pros, aunque serí­a injusto olvidar que varias redes más modestas tení­an su cuota de acción. Los famosos «eurosites», en los que se suponí­a que «Isildur1», entre otros, se recuperaba de sus pérdidas antes de volver al gallinero.

La época dorada de los nosebleeds empezó a languidecer meses antes de que el Departamento de Justicia requisara los dominios de Full Tilt y PokerStars, es cierto, pero no se debe olvidar que la publicación de las demandas era la culminación de años de acoso que habí­an minado el proceso de los pagos de los jugadores estadounidenses.

El agujero en las cuentas de Full Tilt llevaba muchos meses afectando a los préstamos bajo cuerda y a los acuerdos con sus pros, que eran una de las fuentes de financiación de estas partidas, pero no es menos cierto que en enero de 2011 PokerStars habí­a llevado a cabo el fichaje de «Isildur1» a bombo y platillo. Sí­, el rostro más deseado por el equipo de marketing de la sala de la pica roja no era un futbolista, ni un jugador de torneos, sino un pro de high stakes.

La resurrección de Full Tilt

Más allá de la excelente noticia que fue para los jugadores de Full Tilt que el Rational Group se hiciera cargo de sus saldo congelados por las autoridades, la reaparición de Full Tilt ayudó a disgregar la comunidad de las high stakes.

Con la desaparición de Full Tilt, los jugadores de niveles altos se refugiaron en PokerStars. Tí­midamente, al ritmo que se iban recolocando los grinders yanquis, se fueron formando partidas más o menos estables de Pot Limit Omaha, y se reforzó la alineación de los juegos mixtos, que siempre tuvieron un hueco en este lobby.

Verdaderos sí­mbolos de Full Tilt, como Phil Ivey y Gus Hansen, se hicieron cuentas en la que fue la competencia. El software animaba menos a railear, pues si no posees el buy-in para la mesa no puedes chatear, pero los aficionados al menos tení­an algo que echarse a la boca.

Con la vuelta al trabajo en Full Tilt, retomaron las esponsorizaciones de «Isildur1», Phil Ivey y Gus Hansen. Ninguno de ellos jugaba ya exclusivamente No Limit Hold’em o Pot Limit Omaha y pagaban su adaptación a los nuevos tiempos con cheques de muchos ceros de los que se aprovechaban los especialistas como Alex Luneau.

Pero no todo el mundo les siguió de vuelta a una sala que habí­a puesto precios distintos a los que tení­a antaño y no habí­a recuperado el tráfico en midstakes tan necesario para que surjan nuevos contendientes y para que los perdedores de las nosebleeds rellenen las faltriqueras. Era un proyecto sin cantera.

La desaparición de las ballenas

Junto con los pros de las salas, convertidos en cajeros automáticos, habí­an retomado su actividad alguno de los jugadores chinos que también se dejaban ver por los High Rollers del vivo. Personificados por «patpatman», combinaban profundidad de cajero y una obsesión por el poker digna de los grinders más dedicados. Pero en esta época, tanto el software estadí­stico como el conocimiento básico del juego óptimo que mostraban sus rivales rayaban lo imbatible.

Ocurrió lo inevitable. Los jugadores más débiles encadenaban derrotas sin respiro y, paulatinamente, se cansaron de perder. Gus Hansen acaba de reconocer en público que el poker ya no ocupa lugar en sus proyectos a corto y medio plazo, Ivey se dedicó en cuerpo y alma a buscarles las cosquillas a los casinos, «Isildur1» se refugió en niveles más modestos y los jugadores chinos abandonaron el barco -en este caso, con la ayuda de la justicia, pues muchos de ellos conseguí­an sus fondos de manera cuestionable-.

Full Tilt, además, se convirtió en la rata de laboratorio de Amaya, el nuevo dueño del Rational Group. En esta sala se empezaron a probar nuevas medidas supuestamente favorables al recreacional, pero que en verdad parecí­an perseguir la eliminación de los grinders. Las mesas de highstakes acabaron por cerrar.

Los bots

La única esperanza que les quedaba a los pros que viví­an de las high stakes era que siguieran surgiendo candidatos a sus tronos desde las midstakes. Que surgieran nicks como el de «P0kerParty!», un grinder de PLO aficionado a hacer visitas a las high stakes y jugar a un ritmo que rivalizaba con el del propio «Isildur1».

Pero el número de ganadores en esos niveles también se ha visto reducido, entre otras cosas por la sangrí­a que supone la existencia de sofisticados bots que son capaces de escalar a niveles en los que antes no lograban ser rentables.

Los directivos de las salas

La última tendencia en extenderse por el sector es que la existencia de grandes ganadores en el poker online perjudica de alguna manera el tráfico. La teorí­a es que los jugadores recreacionales no extraen suficiente satisfacción de sus depósitos porque hoy en dí­a los recursos de los pros les permiten vampirizar a los jugadores noveles en tiempo récord.

Muchas salas han optado directamente por recortar los niveles que ofrecen a sus clientes, intentando evitar que el dinero salga de su circuito financiero a esa velocidad de vértigo.

Todos parecen ver los pros de estas medidas, pero nadie analiza las contras. Los jugadores recreacionales también tienen la ilusión de escalar niveles y necesitan que haya tráfico cuando deciden invertir su tiempo de ocio en el poker.

Además, un porcentaje nada despreciable de aquellos que juegan por diversión prefieren arriesgar su dinero con la promesa de una sesión lo más rentable posible, jugar botes importantes y no les apetece pasarse por los stakes más bajos.

El rake

Por último, el último clavo dispuesto para el ataúd en el que reposarán las high stakes es el rake.

No es oro todo lo que reluce en la supuestamente sacrificada búsqueda del jugador recreacional por parte de las salas. Los niveles más bajos son los que más rake generan, en parte por el volumen de juego y en parte porque las antiguas polí­ticas tendí­an a ganarse la lealtad de los grinders con rebajas en el precio del poker y con recompensas en forma de bono, principalmente, por lo que de media el rake que pagaban en los niveles más bajos eramuy superior a los que pagaban los pros.

Al limitar las muestras de cariño al profesional, los jugadores se han ido dando cuenta de que un rake similar al que se paga en los niveles bajos, contra jugadores de mucho mayor nivel, es una losa muy difí­cil de soportar.

En una entrevista reciente con CardPlayer, Dan Cates hace referencia a este problema en concreto.

«Las high stakes online ya no son tan buenas como eran. Es raro ver mesas abiertas de 400$-800$ o lo que sea, pero aún quedan algunas partidas caras y buenas en vivo. El poker online ya no se estaba poniendo nada fácil, y lo han hecho aún más complicado. Creo que no entienden como funciona lo de ser profesional del poker. Es casi imposible encontrar una partida. Creo que solo quieren conseguir más rake, lo que desde su punto de vista tiene sentido. El problema real es que lo han subido ya unas cinco veces. Es posible que aún sea batible, pero no por mucho».

Las high stakes en vivo

Cates comenta que el refugio de los jugadores de high stakes está en el poker en vivo, pero los pastos tampoco lucen tan verdes como antaño, cuando los mejores jugadores del mundo tení­an que tirar de contactos para implorar un hueco en las partidas de Macao.

«En conjunto, se han ido empequeñeciendo, y también se han hecho menos habituales. Las partidas de high stakes no duran para siempre, necesitas gente suficiente dispuesta a jugar por mucho dinero. Cinco jugadores son una multitud; de repente, alguien abandona y la partida ya no sigue».

China hizo una batida entre los prestamistas más adinerados para reducir el volumen de juego de los mandos polí­ticos corruptos, y varios de estos proveedores de crédito conformaban el esqueleto de las reuniones privadas en la ex-colonia portuguesa. Ahora, hay que buscar refugio en otros paí­ses y ser más discretos. Y siempre quedan los States.

«Hay partidas muy grandes en Asia, pero no puede ser más especí­fico. También hay partidas de juegos mixtos funcionando en Los Ángeles, y también en Las Vegas. A veces son bastante grandes, también.

Estaré de vuelta en Las Vegas para las WSOP. El año pasado habí­a varias partidas muy grandes. Iba rebotando de mesa en mesa porque no sabí­a que formato jugar. Ahora los juego todos, básicamente. Conozco la rotación del 8-game bastante bien.»

Los pros del vivo también tienen que aprender juegos nuevos, por lo visto.

¿Hay vida más allá?

Y si este es el panorama en las cumbres del poker, que a la vista está, ¿qué sigue animando a gente como Dan Cates a plantarle cara a la varianza sin saber si hay un largo plazo que restañe las secuelas de la batalla?

«Ahora, las high stakes son más competidas, pero aún se puede ganar. Todaví­a queda margen de mejora. La gente jugaba mucho peor en el pasado, no hay duda, pero en mi opinión aún cometen algunos errores bastante graves. Creo que además será difí­cil que mejoren más en este ambiente.

Y no todo es el dinero. No sé, simplemente me gusta ganar. No necesito nada más para motivarme, solo ganar. Es mi objetivo. En algún momento quiero hacer cosas que no tienen que ver con el poker, meterme en negocios. Pero mi ego también está en juego».

Con esta confesión cerramos el ciclo. «Jungleman12», uno de los referentes en las high stakes, nos confirma nuestra impresión inicial de que muchos jugadores necesitan el espejo de las high stakes para engancharse al poker. Subir niveles es el acicate del jugador serio, y la competitividad es parte muy importante en el proceso subjetivo del grinder.

Perder las high stakes serí­a apagar el faro que anima a muchos jugadores y aficionados a seguir en el poker online. La preocupación por atraer a nuevos jugadores puede tener el efecto secundario de perder a la gente que ya está involucrada en nuestro mundillo. Lo comido por lo servido, pero a la hora de generar tráfico y transformar parte de los depósitos en rake, un grinder puede ser más valioso que un jugador de fin de semana.

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