La patronal del juego observa con incertidumbre las diferentes corrientes de opinión que se vienen formando alrededor del sector. Teme verse afectada por nuevas regulaciones que intenten responder a una opinión pública que intenta ser influida por diferentes corrientes ideológicas.
La pandemia ha incrementado esa incertidumbre, por el uso de medidas excepcionales durante el estado de alarma, en concreto en el ámbito de la publicidad del juego, una de las áreas más sujetas a discusión de entre todas las que afectan al sector.
Los empresarios del sector privado del juego, que por motivos obvios defienden que no es necesario el endurecimiento de las restricciones sobre la publicidad de sus negocios, se amparan en la última edición de un reciente estudio propio sobre la situación del juego en España y la sociología asociada a la actividad del juego en sí –XI edición del Estudio Juego y Sociedad-, para intentar demostrar el arraigo del juego en la sociedad española, la eficacia de las acttuales políticas de juego responsable y la responsabilidad de las empresas en la lucha contra los trastornos de salud provocados por el juego.
Según sus autores, «el objetivo de esta investigación es analizar de forma real y contrastable la relación entre la sociedad española y el juego. El juego está sometido a debate, como muchas actividades productivas, lo que agudiza aún más la necesidad de este tipo de estudios que aporten una visión objetiva, basada en datos, para la opinión pública, Administraciones y medios de comunicación«.
En el estricto rango de los datos que ofrece el informe, sin entrar en los análisis que de ellos hace la parte interesada, resaltan las cifras del juego en España.
La patronal estima el porcentaje de población adulta en España que recuerda haber participado en alguna actividad relacionada con el juego en el último año en un llamativo 84,9%, que denota una ligera recuperación desde el nivel más bajo alcanzado tras la crisis de 2013 (80%) y aún lejano del 90% que se permitía jugar antes de la crisis de 2008.
El simple hecho de rellenar una quiniela o comprar un cupón de la ONCE, juegos gestionados por el sector público, habilita la inclusión de un adulto en este grupo. De ahí parte el mayor volumen de actividad de juego de los españoles. Solo en el sorteo de Navidad de la Lotería, se reúnen 25.800.000 jugadores, un 74,5% de todo el campo de estudio.
El sector privado se encarga de lo que el estudio denomina «juegos de entretenimiento», en los que la participación se reduce notablemente, hasta los 6.500.000 usuarios. Engloban bingos, casinos, máquinas tragaperras, salones de juego y apuestas deportivas, etc…
En el capítulo que nos afecta directamente, el del juego online, el estudio arroja una cifra de 1.530.000 jugadores, de los que 630.000 se conectan de manera habitual -al menos una vez al mes-.
«De ellos, sólo hay 300.000 que jueguen establemente, es decir, apenas un 0,9% de la población entre 18 y 75 años. Pasada la novedad, el comportamiento típico de quienes juegan por Internet se asienta: las sesiones de juego se abrevian y las cantidades gastadas se mantienen en niveles similares a cualquier otro hobby«.
A pesar de esta notable incidencia del juego entre la población, el estudio afirma que las cifras sobre trastornos derivados del juego están mejorando bajo el actual marco regulatorio.
«El índice de juego problemático a comienzos de 2020 está en el 0,3% de la población entre 18 y 75 años (0,1% si se mide con el cuestionario PGSI y 0,3% si se mide con el DSM-IV)». Se corresponde a un total de 7.000 casos diagnosticados.
«Estas tasas hacen que España se mantenga entre los cinco países con menor incidencia del juego problemático, junto con Suecia, Alemania, Francia e Inglaterra. En general, en Europa Occidental el juego problemático está descendiendo, con la excepción de Italia«.
Si tienes mayor interés en conocer el desglose de las cifras o las conclusiones que de ellas derivan los expertos encargados por la patronal del juego para realizar el estudio, reiteramos el enlace al documento original.
