Las World Series of Poker, gestoras actuales del Poker Hall of Fame, presentaron a dos nuevos miembros del panteón de leyendas del poker mundial durante la final del Main Event que se disputó el fin de semana pasado. Los galardonados fueron Phil Ivey, en su primera nominación, y el británico David Ulliott.
La elección de Ivey era incuestionable. Es lo que en otros deportes en los que existe un Hall of Fame para honrar la memoria de los mejores jugadores de la historia llaman un «first ballot«, en referencia a que sus merecimientos son tan obvios que en el primer instante en que su nombre puede ser puesto en discusión, la aprobación está asegurada. En el caso del poker, el Hall of Fame está restringido desde hace unas pocas ediciones a jugadores de 40 o más años. En el caso de Ivey no se sabía simplemente que iba a ser elegido en cuanto se presentara la ocasión; mas bien se conocía la fecha exacta, como ocurrió en 2015 con Daniel Negreanu.
Eso dejaba una plaza a repartir entre nueve candidatos. En los últimos años, especialmente con la expansión internacional que se le ha dado a las World Series of Poker a través del WSOP Circuit, se acusaba al jurado de un cierto localismo. Los encargados de decidir quién entra en el Hall of Fame son una selección de representantes de la prensa y todos los miembros activos del Hall of Fame. Si los propios miembros son los que más peso tienen en la votación, y cada año se unen más y más representantes del círculo de asistentes a la Bobby’s Room, es lógico que se creen ciertas suspicacias
En la edición de 2016 se rompió un poco la tendencia con la elección de Carlos Mortensen, pero aunque «El Matador» tenga pasaporte español, es indudablemente «uno de los chicos» de Las Vegas, como su compañero de promoción Todd Brunson o sus predecesores John Juanda, Jennifer Harman o el propio Negreanu.
Por eso, este año en la lista de candidatos -que de cara a la galería se supone que proviene de una votación popular- abundaban los jugadores europeos (Thor Hansen, Dave Ulliott y Max Pescatori) y los miembros de la industria (el director de torneos Matt Savage y el productor televisivo y jugador Mori Eskandani); siendo además los favoritos para subir al escenario del Penn & Teller junto a Ivey.
El jurado se decantó finalmente por el desaparecido David Ulliott, el famoso jugador británico conocido como «Devilfish». Ulliott es el primer miembro del Hall of Fame que ha desarrollado la práctica totalidad de su carrera fuera de Estados Unidos, aunque, como el resto, la haya cimentado con triunfos en las WSOP y en los torneos más importantes del WPT en suelo americano.
La familia de Ulliott ha redactado una nota de agradecimiento, en el mismo espíritu en que probablemente se hubiera expresado el propio «Devilfish».
Como familia, nos gustaría agradecer a todo el público, la prensa y los actuales miembros del Hall of Fame que han votado para que David entreen el Hall of Fame. Sabemos que estará ahí arriba rasgando las cuerdas de su guitarra, ¡y preguntándose por qué les ha llevado tanto tiempo! Como él diría: ¡me parece que todos lo sabíamos!
No pasa un día sin que le recordemos y le echemos de menos, pero hoy estamos verdaderamente orgullosos y encantados de que tome su merecido lugar en la historia del poker. La leyenda de Devilfish sigue viva: Como él decía: Life is a blast. It doesnâ€t last. Live it long and live it fast (La vida es la bomba, No dura mucho. Vívela rápido y hazla durar).
Phil Ivey, que ha tenido la oportunidad de jugar casi a diario contra buena parte de los miembros del jurado, también tuvo oportunidad de mostrar su satisfacción por se elección en primera instancia.
Quiero agradecer a los miembros con vida del Poker Hall of Fame así como a la prensa que me votó para ser parte del Poker Hall of Fame.
Es un honor ser incluido al lado de leyendas como Chip Reese y Doyle Brunson. Amo el poker y el poker ha hecho mucho por mí. Soy uno de esos afortunados que han podido convertir en un medio de vida un juego que siempre me ha apasionado.
Este año va a haber muy pocas discusiones acerca de lo acertado de la selección. La cosecha de 2018 quizá no lo vaya a ser tanto
