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Rob Yong, millonario por accidente, High Roller por vocación

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Esta semana ha pasado por los micrófonos de Joey Ingram uno de los principales dinamizadores del poker europeo, el dueño del Dusk Till Dawn Rob Yong.

Europa, como mercado, nunca se mostró muy innovadora en el apartado de la logí­stica del poker en vivo. Los casinos nunca contemplaron al poker conmo un juego con requerimientos especiales, sino como un añadido más a la oferta de juegos, algo tan automático como montar una mesa de ruleta o equipar un puesto de blackjack.

Las partidas fuera de horario o con participantes especialmente exigentes (jugadores de hgh stakes, empresarios…), se tení­an que arreglar al margen, en las instalaciones de clubes de poker o directamente en timbas caseras. La rigidez de los casinos, negocios que en bastantes casos eran familiares y muy poco dados a la innovación, provocaron que aquellas personas que buscaban algo más en el poker se tuvieran que acostumbrar a buscarse la vida de espaldas a la industria legal.

En paí­ses como Francia, por ejemplo, el poker se estableció en una cadena de clubes paralelos a la legalidad vigente, del lado equivocado de la raya. Pero era por necesidad. En España, mucho más atrasada en términos de implantación del poker, antes de que los casinos se decidieran a incluir una oferta regular, se organizaban torneos en las trastiendas de locales de ocio, en los segundos pisos de bares, etc…

Hace unos años, un joven Rob Yong, con 30 años y harto de trabajar en una empresa de recursos humanos, decidió que querí­a viajar. Una tarde, en el casino de Nottingham, queda intrigado por una reunión en la que un centenar de personas se disponen a jugar a las cartas bajo las instrucciónes del personal de sala y con la presión de una cuenta atrás indicada en un monitor. Decidió pagar las 20 libras de la entrada y, de inmediato, se enamoró del juego.

El poker le permitió darle un sentido a su afán de viajar, y durante años compartió vuelos y destinos con pros de la vieja escuela británica, como «Devilfish». Se empapó de esa mentalidad autosuficiente y emprendedora.

«Un dí­a, de vuelta en Nottingham, nos acercamos a nuestro casino habitual en los últimos diez años y el dueño, que habí­a cambiado recientemente, nos dice que llegamos tarde, que ya no nos podemos registrar al torneo yq ue no nos iba a dejar sentar. Mi amigo Nick y yo tuvimos que volver al coche y tirar para casa. Por el camino, nos fijamos en un viejo edificio en ruinas, que estaba en venta. Nos miramos y dijimos ¿Por qué no abrimos nuestro propio casino?

Empezamos scon solo 50 mesas, todas en la poker room. Así­ se fundó el Dusk Till Dawn. Lo primero que hicimos fue incorporar el registro tardí­o a los torneos. La gente no daba crédito, ¿cómo se va a poder registrar a jugadores con el torneo ya empezado? Pero la novedad cuajó y el negocio empezó a crecer de manera constante. El club, que era una idea para compartir con amigos, se transformó rápidamente en un casino con toda propiedad, y muy, muy rentable«.

Otra de las facilidades que ofrece a los jugadores el Dusk Till Dawn es la organización de partidas privadas. Yong, que mantiene el toque de sus años de pro, es un regular de las partidas de high stakes que se montan en su local, pero sigue dejando la logí­stica en manos de los jugadores. El organizador de las partidas del Dusk Till Dawn es Sam Trickett, labor que ahora ha trasladado también a partypoker, sala con la que Yong mantiene estrechas relaciones.

«Sam se encarga de todas las cosas que ha estado haciendo Andrew Robl en Asia: es el pro famoso que se ocupa de organizar la partida, establecer los horarios, transferir los fondos al casino, encontrar a jugadores recreacionales… El problema es que los empresarios no son gente con la que se puedea contar. Te dicen que van a venir y luego no aparecen. Leon Tsoukernik, por ejemplo, casi siempre tiene el teléfono apagado«.

Las partidas del Dusk Till Down han alcanzado fama internacional, y el propio Yong se ha hecho un hueco en los cí­rculos más privados de las high stakes.

«Este año he jugado en Macao, Sochi, Las Vegas y Nottingham. Muchos sitios distintos, pero casi siempre los mismos jugadores. En cuanto a nacionalidad, hay chinos, estadounidenses, y también algún europeo. Son partidas muy volátiles, porque la mayorí­a de los que asisten tienen negocios que atender, no pueden pasarse jugando una semana seguida.

En noviembre, el Big Game de Las Vegas se va a trasladar a Bahamas (N. de R.: en el seno de la Caribbean Poker Party). Me refiero a la partida que juegan Jean-Robert Bellande, Andrew Robl, Bobby Baldwin. También jugaremos nosotros, yo, mi amigo León (Tsoukernik)… Todos los jugadores de high stakes que anden por allá se apuntarán. Empezará en 500$/1.000$«.

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