La imagen idealizada del pro es la de un joven brillante, de inteligencia vastamente superior a la de los meros mortales, que ha decidido elegir el poker como la maestría en la que invertir su enorme potencial. Si la vida le hubiera llamado por otros derroteros, podría estar diseñando el cohete que nos llevará a Marte en un futuro o levantando un imperio económico multinacional con la misma facilidad.
Va a ser que no.
Está claro que hay gente que ha encontrado en el poker su vocación y que ha maximizado su aprendizaje gracias a una inteligencia superior, acortando el plazo en llegar a high stakes o para asentarse en el circuito. En toda actividad hay individuos que parecen nacidos para su práctica, capaces de hacer parecer fácil lo que a otros nos cuesta horrores. Lo que los estadounidenses llaman «natural». Pero incluso así solo tienen la ventaja de conocer un pequeño atajo, nunca un billete seguro a la meta.
Jason Koon ha saboreado las mieles del triunfo en el poker. Ha ganado High Rollers en el Bellagio, en el Aria, en el PSC Bahamas. Tiene a su nombre 26 cajas de más de 100.000$ en vivo. Ha ganado torneos online como eventos dl SCOOP, Super Tuesdays, Warm–Ups… Sin embargo, no se considera un ejemplo de jugador brillante. íl ha tenido que tomar la carretera más larga.
Soy un tipo con una inteligencia promedio. Poseo algunas características concretas que me ayudan a jugar en niveles altos, eso es cierto. ¿Pero soy un «jungleman12»? ¿Un Ben Tollerene? No, no lo soy . Para mí, ha sido muy difícil llegar aquí.
Koon compartió esta reflexión con Joey Ingram en el canal de Youtube del antiguo reg de PLO. El motivo de la entrevista y la temática de las preguntas que desataron esta confesión fue un post en Instagram donde Jason Koon contestó a todos los que, cuando coinciden con él, dicen envidiar su vida y su trabajo y le piden que les enseñe a jugar para poder tener lo mismo que él.
Ok. Prepara los próximos diez años de tu vida. Tendrás que estudiar, jugar, respirar, dormir llorar y gritar, solo por y para el poker.
Estarás aterrado por si has tomado la decisión errónea, mientras todos a tu alrededor te recordarán que deberías haber optado por una carrera segura y estable. Tendrás que superar todos los obstáculos necesarios para demostrar que tienes lo que necesita para jugar high stakes. Y entonces, si llegas, estarás siempre alerta, consciente de que hay un crío en Bielorrusia que es más joven, más inteligente y que posiblemente esté más hambriento de gloria que tú.
¿Quieres aprender a jugar al poker?¿Quieres mi casa? Por favor, cógela.
La inseguridad de la que habla Koon se puso a prueba especialmente en 2013.
En 2013 decidí meterme de lleno en el cash online. Me encerré en mi habitación de Vancouver y empecé a grindar. Después de 35.000 manos, había perdido un dineral. Recuerdo acabar una nueva sesión perdedora, apuoyar mi cabeza en la mesa y echarme a llorar.
Me pregunté cómo podía ser posible. Había puesto todo de mí parte y no era suficiente. Me estaban destruyendo.
Son situaciones límite, que ponen a prueba tu determinación. Solo parece haber dos opciones.
Ha habido muchos momentos parecidos en mi carrera. Cuando eliges hacerte profesional, acabas chocándote con estos muros. En ese momento solo puedes elegir o renunciar, porque ya has tenido bastante, o seguir. Las dos opciones son respetables. A veces no se puede más y se tira la toalla. Para seguir hace falta mucha determinación y un punto de locura. Especialmente para alguien como yo.
La fórmula para superar el bache de 2013 no fue tan idílica como lo puede pintar un telefilm de sábado por la tarde o un vídeo anónimo de autoayuda.
Al final, me gasté mucho dinero en coachs, hasta que me convertí en un reg ganador en esas partidas. En ese periodo cambie de una estrategia explotadora a GTO. No fue sencillo. Yo construí toda mi carrera sobre la base de imponerme mentalmente a mis oponentes. Tuve que dejar todo atrás y aprender nuevas bases teóricas.
Para aprender GTO he tenido que estudiar matemáticas. He hecho cursos universitarios. Cometí muchos errores y me gasté una fortuna en el entrenamiento, pero al final lo conseguí.