El proyecto de BCN World parece haber superado uno de los momentos más críticos de su desarrollo. Después de una batalla ideológica y política que ha enfrentado frontalmente a los socios de gobierno de la Gerenalitat, a veces de manera grotesca -se llegó a plantear un referendum, que no salió adelante porque unos querían que solo votaran los habitantes de la zona y otros Cataluña entera-, el requisito previo indspensable para empezar las obras, el plan urbanístico, puede salir adelante en muy breve plazo de tiempo.
Según el calendario más optimista, el complejo de ocio y juego verá aprobado su plan urbanístico definitivo en los próximos días. Forma parte de la agenda del martes en la Comisión de Urbanismo de Tarragona, donde conseguirá el visto bueno provisional. El miércoles se expondrá en la comisión que supervisa el denominado Centro Recreativo y Turístico (CRT) de Vila-seca y Salou, y el jueves recibirá el refrendo oficial y definitivo en la Comisión de Política Territorial y Urbanismo de Catalunya.
Alcanzar la aprobación del plan de urbanización de la zona aledaña a Port Aventura ha sido una larga batalla, que ha dejado diversas víctimas. El cadáver más evidente es el del Grupo Veremonte, impulsor inicial de BCN World, totalmente apartado del proyecto.
También es evidente el replanteamiento del uso al que se dará el complejo, inherente al recorte en extensión y altura que solicitó y consiguió Esquerra Republicana para suavizar su oposición al proyecto: BCN World pierde el 25% de terreno urbanizable, de un millón a 750.000 m2, y también un 20% de su techo máximo, de 90m a 75m de altura. Las zonas de ocio y comercio mantienen su forma original, pero la superficie hotelera pasa de 600.000 m2 a 425.000 m2. El mayor triunfo para los republicanos y para los anticapitalistas de la CUP es el recorte en la superficie de juego, que se queda en la mitad de lo que aparecía en los planos enseñados en 2012.
Los seis casinos que querían construir los inversores se van a quedar en dos. Y este puede ser un punto de fricción en el proceso de adjudicación de licencias.
Desde el principio, dos de los grandes impulsores de la financiación de BCN World fueron el grupo Melco, un gigante asiático detrás de establecimientos como los City of Dreams de Macao y Manila, y la renombrada multinacional Hard Rock, que llegó al proyecto de la mano de Bañuelos, impulsor de la idea. Como la consecución de BCN World requería de la urbanización de los terrenos y de una rebaja fiscal a los casinos, las licitaciones se hicieron de forma pública y se dio entrada al proyecto al grupo local Peralada, que trajo de la mano al grupo Genting, muy activo en Asia y Reino Unido
Son tres compañías del sector del juego para dos casinos, y las tres aportan un porcentaje importante de la teórica inversión final. Además, el periodo de indecisión provocado por las disensiones entre los partidos políticos animaron a Melco y a Hard Rock a presentar un proyecto muy similar al gobierno de Chipre, que no se sabe aún cómo afectará a su implicación en la promoción de Tarragona. Las tres empresas dispondrán de 90 días para presentar sus ideas y planes de construcción, contados a partir de la aprobación del plan urbanístico.
El último reo en espera de ajusticiamiento es el nombre, BCN World. En ERC nunca gustó, y los socialistas catalanes, que aseguran los votos necesarios para sacar adelante el plan urbanístico aunque la CUP decida no apoyar al grupo del presidente Puigdemont, se han sumado al proyecto por su interés territorial en Tarragona, por lo que la referencia a Barcelona también les puede sobrar. Por ahora, se habla oficialmente del CRT, la misma denominación que la del área urbanizable o de Centros Turísticos Integrados (CTI). A ver si se les ocurre algo con más gancho.